LAS MUJERES EN EL ENTORNO LABORAL ¿QUÉ TANTO SON VIOLENTADAS?

Usualmente el término “violencia” nos remite a asociarlo con la presencia de actitudes abusivas, de poder y sometimiento; cualquier persona puede ser víctima de violencia, sin distinción de edad, sexo, raza, religión, profesión, estatus social; es una problemática mundial, que vulnera la salud, el bienestar, la dignidad, los derechos humanos e incluso puede llegar a acabar con la vida de quien la sufre, generando no solo afectaciones en lo individual, sino que se traslada al entorno familiar y social.

Existen diversos tipos y modalidades de violencia, sin embargo, abordaremos específicamente la violencia contra las mujeres o también conocida como violencia de género, la cual se ha visibilizado en todas las épocas de la historia; colocando a las mujeres en situaciones de riesgo e impidiendo su pleno desarrollo en igualdad de condiciones dentro de la sociedad; este tipo de violencia tiene la particularidad de producirse “por el simple hecho de ser mujer”, es decir por una cuestión de género, esto debido a aspectos socioculturales como el machismo y ciertas creencias donde el hombre tiene cierto grado de superioridad sobre la mujer, generando así desigualdad y abuso de poder.

De manera general podemos definir a la violencia de género como cualquier acción u omisión, basada en el género, que puede originar un daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico, emocional, patrimonial, económico en la mujer, incluso puede llegar a ocasionar la muerte; asimismo este tipo de violencia se puede suscitar tanto en el ámbito público como en el privado.

Actualmente en nuestro país, podríamos considerar a la violencia de género, como una de las violaciones más recurrentes y graves de los derechos humanos; siendo la violencia laboral contra la mujer, uno de los problemas al que muchas mujeres se enfrentan de manera cotidiana o mínimo alguna vez la han experimentado a lo largo de su vida y se refiere a todos aquellos actos de agresión cometidos en su contra dentro del entorno laboral; la podemos analizar desde dos vertientes, la primera respecto al trato que recibe, ya sea por parte de personas con jerarquía superior (jefes), compañeros de trabajo (pares) o subordinados; y la otra, por las diversas formas de discriminación y desigualdad laboral que sufre respecto a las condiciones laborales por el simple hecho de ser mujer, es decir por su condición de género; situación que las coloca en constante desventaja, obstaculizando el pleno goce de sus derechos humanos y laborales.

La violencia laboral contra la mujer se puede llevar a cabo a través de maltrato físico; maltrato verbal y psicológico como humillaciones, degradación, intimidación, injurias y amenazas; mediante hostigamiento y acoso sexual; o a través de discriminación por condición de género, que por mencionar algunos ejemplos podemos citar la discriminación por embarazo o por tener el rol de madre; las diferencias en la remuneración de salarios; menor oportunidad para ascender de puesto; el impedimento de llevar a cabo el período de lactancia; la explotación; la descalificación del trabajo realizado; la ausencia o limitación de prestaciones sociales como los servicios de salud, aguinaldos, vacaciones, entre otros; exclusión a las reuniones de trabajo o toma de decisiones; la limitación al acceso a los programas de capacitación y formación profesional; entre otras muchas formas.

La violencia laboral tiene grandes efectos nocivos en la salud de la mujer que la sufre, no solo conlleva a repercusiones físicas, sino que a su vez genera trastornos mentales y psicológicos, como ansiedad, depresión, frustración, impotencia, insomnio, aislamiento, hostilidad, apatía, inseguridad, hábitos adictivos, incluso puede provocar el suicidio; asimismo no podemos perder de vista que afecta todo el entorno de la víctima, tanto en la disminución de su desempeño laboral o incluso en la decisión de renunciar a su empleo, así como en sus relaciones familiares y sociales; dañando con ello su autoestima, dignidad, integridad, seguridad y desarrollo.

Continuando con los tipos de violencia de género, analizaremos la violencia digital o virtual, la cual se ha incrementado en los últimos años, esto debido al uso de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), las cuales hoy en día son parte fundamental de nuestras vidas, pues han transformado por completo la forma de interactuar, socializar, trabajar y estudiar; al permitirnos el acceso instantáneo a cualquier tipo de información, así como intercambiar ideas y opiniones con cualquier persona en el mundo. Si bien su uso ha generado infinidad de beneficios e incluso ha contribuido a la participación ciudadana y a la democracia de nuestro país, no menos cierto es que el espacio virtual se ha convertido en un espacio de riesgo y violencia para muchas mujeres.

Se dice que la violencia digital contra la mujer es un fenómeno de violencia que se extendió a una nueva plataforma, es decir, son las mismas formas de violencia que sufre una mujer pero que se trasladaron al mundo digital; y se refiere a cualquier acto de violencia cometido, asistido o agravado por el uso de las TIC, tales como correo electrónico, llamada telefónica, mensaje SMS, WhatsApp, página web, medios o blogs, televisión, redes sociales (Facebook, Twitter, YouTube, Instagram) o cualquier medio tecnológico.

Algunas de las formas de violencia digital contra la mujer son el acoso, amenazas, expresiones discriminatorias, difusión de información personal o íntima sin consentimiento, extorsión, campañas de desprestigio, acceso no autorizado (intervención) y control de acceso a las cuentas o dispositivos, control y manipulación de la información, suplantación y robo de identidad, monitoreo y acecho, filtración y distribución de imágenes íntimas sin consentimiento, que llegan a constituirse en formas de abuso y explotación sexual relacionada con las tecnologías, publicación de fotos, videos o datos personales por parte de autoridades sin previa notificación o consentimiento, entre otras muchas.

La violencia digital contra las mujeres la pueden realizar tanto personas conocidas por la víctima (amistades, familiares, parejas o exparejas), así como personas desconocidas con perfiles reales o falsos; ninguna mujer está exenta a sufrirla sin importad la edad, profesión, clase social, creencias, etc. En algunos casos este tipo de violencia puede estar motivada a su vez por las actividades laborales de las mujeres, como por ejemplo en el caso de activistas, defensoras de derechos humanos, periodistas, comunicadoras, mujeres con puestos políticos, mujeres con influencia social, quienes son atacadas a través de mensajes, imágenes o hashtags, exponiendo información personal o ridiculizándolas por sus posturas políticas y generando con ello discursos de odio en su contra.

Desafortunadamente la violencia digital o virtual tiene efectos reales y tangibles que van más allá de lo virtual, atentando la integridad, la dignidad, la intimidad, la libertad y la vida privada e imagen de las víctimas e incluso de sus familiares; causando daños psicológicos, emocionales, profesionales, sociales y económicos; y lo más grave es que pueden generar violencia sexual y otras formas de violencia física; sin embargo, al suceder dentro del ámbito virtual algunas veces se minimiza y normaliza su presencia, siendo que sus efectos pueden ser incluso mayores, porque la victimización de las mujeres queda expuesta ante un mayor número de personas, al viralizarse y propagarse el contenido a grandes escalas.

A modo de conclusión podemos señalar que derivado del sistema patriarcal machista que aun impera en México, la violencia contra la mujer es un problema latente en nuestros tiempos, lo que sin lugar a duda pone en tela de juicio la democracia del país, pues hace visible la desigualdad y la discriminación social en la que vivimos, al obstaculizar el desarrollo integral de las mujeres, así como al violentar los derechos humanos de las mismas.

Es necesario que tanto el gobierno como la sociedad en general, fomentemos una cultura laboral saludable, libre de violencia, donde prevalezca la equidad de género, pero sobre todo que se pueda identificar a tiempo cualquier situación de acoso, hostigamiento, violencia y discriminación laboral, para poder dar la atención, seguimiento y acompañamiento que se requiere; es necesario a su vez que se generen mecanismos eficientes y eficaces para prevenir, investigar y sancionar dichas conductas; así como la importancia de diseñar programas que brinden servicios reeducativos integrales para víctimas y agresores.

Asimismo, el gobierno tiene la tarea de lograr que el espacio digital sea una plataforma segura para las mujeres donde puedan hacer valer su libertad de expresión y su derecho al acceso a la información, esto a través de una educación digital desde un enfoque de derechos humanos y género; a su vez se deben implementar un mayor número de acciones para prevenir, atender y sancionar todas las manifestaciones de violencia, ya que sin lugar a duda queda mucho por regular. Por otra parte, como ciudadanos debemos comprometernos a hacer un uso consciente, responsable y crítico de las TIC, utilizarlas como una herramienta creativa y de expresión y no de incitación a la violencia.

Resulta fundamental que las víctimas de estas violaciones denuncien ante las Fiscalías de las entidades federativas correspondientes, a efecto de que se investiguen los hechos que puedan implicar un delito con motivo de la violencia laboral y digital, y así sean reparadas las violaciones a tales derechos y que no queden impunes los casos.

Pongamos en práctica los valores democráticos como el respeto, igualdad, justicia, tolerancia, solidaridad, pluralismo y diversidad; ya que es la única manera en la que podemos contribuir como ciudadanos para poder erradicar las conductas violentas que enfrenta la sociedad mexicana y traslademos éstos valores a las nuevas generaciones, quienes son el futuro de nuestro país.

Para concluir, es evidente que la violencia de género en el entorno laboral sigue siendo una problemática persistente y profunda que afecta el desarrollo, la seguridad y el bienestar de las mujeres. A pesar de los avances legales y los compromisos de muchas organizaciones en México y en el mundo para garantizar entornos laborales justos y seguros, la discriminación, el acoso y la exclusión siguen afectando a millones de mujeres en sus espacios de trabajo. Esta violencia no solo impacta su vida profesional, sino que también tiene repercusiones en su salud física y emocional, y limita sus oportunidades de crecimiento y empoderamiento.

La erradicación de la violencia laboral contra las mujeres requiere un enfoque integral que abarque políticas públicas sólidas, programas de sensibilización y capacitación continua, así como el compromiso real de empresas e instituciones para crear una cultura laboral inclusiva y respetuosa. Es fundamental que los marcos legales sean reforzados y que los casos de violencia laboral se investiguen y sancionen adecuadamente. Además, es necesario empoderar a las mujeres, dotarlas de herramientas para reconocer y denunciar cualquier forma de violencia, y promover la sororidad y el apoyo mutuo en los espacios laborales.

Avanzar hacia un entorno laboral libre de violencia de género no es solo una obligación ética, sino también una condición indispensable para el desarrollo equitativo de la sociedad. La construcción de espacios de trabajo inclusivos y respetuosos no solo beneficia a las mujeres, sino que enriquece a toda la sociedad, promoviendo una economía y un ambiente laboral más justos, productivos y humanizados.

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